Me
acostumbré a tus visitas,
al
sonido de tus alas…
y volví a sentirme
niño atrapando carcajadas.
Quisiste
posarte en mis ramas,
asomarte a mis adentros,
de cascabeles nuevos me
pintaste los momentos.
Mi piel,
desacostumbrada, se enterneció
hasta el extremo,
suave arrullo quiso ser
a la caricia de tu vuelo.
Fuiste
amanecer de mi luz,
inevitable
sorpresa,
mi dulce mariposita…
te
apropiaste de mis sueños.
Imagen: Gema Gómez |
Y me quedó tu purpurina prendida en los sentimientos
y tus besos acuné
en la brisa de mis versos.
Fuimos uno,
nos quisimos,
entre mis hojas soñamos amaneceres
nuevos.
El
bosque es un hervidero, todos comentan lo nuestro…
Yo,
un anciano roble,
tú, del viento.
¿Y
si fuera amor?
…¡Qué
entenderán ellos!
Solo tú y yo lo sabemos.